Preocupan los hábitos de circulación en la vía pública
Hace 16 horas.

Transitar por las calles de la ciudad toma forma de aventura peligrosa aún a pesar de los esfuerzos invertidos en educación vial

Son las 13.30 hs de un día de semana, no importa cuál. Dos scooters conducidos por dos adolescentes, cada uno con un acompañante, todos sin cascos reglamentarios, circulan por Libres del Sur y giran hacia Av Lastra. Uno de ellos lo hace correctamente. El otro, entre risotadas, intenta subir a la vereda de la ex estación de servicios pasando entre los bolardos que, irónicamente, fueron colocadas para impedir el paso vehicular.

En ese mismo lugar, sobre la vereda, una mujer espera para cruzar y mira perpleja la maniobra. Se hace a un lado buscando no ser atropellada, mientras el conductor en ningún momento intenta frenar la moto o desistir de la acción peligrosa. Por la vereda, la moto continuó su marcha entre las risas de quienes montaban ambos scooters.

Acciones como éstas son recurrentes en la ciudad. El control vehicular es una tarea compleja en estos tiempos donde pareciera que el respeto cotiza en bolsa. Personal de Seguridad Vial afirma que nadie respeta la orden de la autoridad de tránsito, aún cuando se argumenta. Y ésto, sin ánimo de justificar con la adolescencia el hecho descripto más arriba, va más allá de la edad de los conductores.

Lo cierto es que es toda una aventura cruzar las calles de la ciudad, no importa la zona. No se respetan las velocidades máximas ni el derecho de paso de la derecha. Tampoco se respeta el sentido de circulación.

No se respeta la prioridad del peatón, ni la prioridad de las personas vulnerables. Cualquier vecino en silla de ruedas, adulto mayor o con niños en carritos puede pasar largos minutos esperando que algún conductor haga lo que deberían hacer todos: frenar y darle paso.

Desde otra perspectiva, se pueden observar también peatones cruzando por cualquier sector de la calle, cuando deberían hacerlo por las esquinas. O ciclistas circulando por las calles de los bulevares en vez de hacerlo por las sendas seguras. Más aún, en estas mismas sendas se observan ciclistas a gran velocidad a pesar de que son vías habilitadas también para la circulación peatonal.

Además del tipo de imprudencia descripta en el caso que abre esta nota, es frecuente que quienes circulan en motocicleta lo hagan sin casco, sobre las plazas, veredas, o lugares no permitidos, realicen maniobras peligrosas, ni respeten los sentidos de circulación o de giro. Todo esto se agrava cuando el objetivo es eludir los controles viales.

Los especialistas en Seguridad Vial hablan del Hecho Vial para hablar de “la forma en que nos movemos en el espacio público y cómo nos relacionamos con aquellos con los que nos desplazamos”, definiéndolo como un Hecho Social. En este sentido, sostienen que todo lo que hacemos en la calle como peatones, como pasajeros o como conductores de vehículos, es una construcción social, histórica y cultural. Es decir que, como todos los comportamientos que no son naturales, se pueden modificar.

El espacio público es un lugar de convivencia. Que no se ponga en juego la vida propia y del otro cada vez que salimos a la calle depende exclusivamente de nosotros. Un vehículo que circula a 40 km/hr es un arma mortal. En una moto el paragolpe es el propio conductor. La lista puede seguir, pero no se trata de ser trágicos, sino de evitar una tragedia. Es tiempo de bajar, respirar y de tomar conciencia.