Desde 1938, por la ley 12.361 decretada por el entonces presidente de la Nación Argentina, Roberto Ortiz y con la aprobación del Congreso, recordamos ese día como el Día de la Bandera, símbolo patrio que nos representa e identifica a todos los argentinos, dando significado al ideario de Libertad e Independencia con el que nació la Patria.
Cada 20 de junio, fecha de su fallecimiento en 1820, conmemoramos el Paso a la Inmortalidad del General Manuel Belgrano, creador de la Bandera Nacional e ilustre personaje de la historia de la Independencia Argentina, héroe de firmes convicciones patrióticas e incansable trabajador al servicio del progreso de nuestro país.
Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano nació en Buenos Aires el 3 de junio de 1770. Hijo de Domingo Belgrano Peri, y María Josefa González Casero, es admirado por su prolífica carrera en la que se desempeñó en cargos tan diversos como el de economista, político, abogado, periodista y militar.
En 1786 se embarcó para España en compañía de su hermano Francisco, con sólo dieciséis años de edad, allí comenzó su formación universitaria, primero en Madrid y luego en Salamanca donde estudió Leyes dos años.
El 30 de enero de 1794, se funda el Real Consulado de Buenos Aires y es designado secretario perpetuo, desde este cargo, combatió el sistema comercial español que favorecía el monopolio de los comerciantes de Cádiz y de sus asociados.
Expuso los medios para fomentar la agricultura y la industria, propuso además la introducción a los nuevos cultivos industriales, así como un vasto plan de educación pública que incluyó la instrucción de las mujeres y escuelas gratuitas para todos. Asimismo, con el auspicio del Consulado, se crearon en 1799 las escuelas de Náutica y Dibujo.
En 1807, al producirse la segunda invasión inglesa, Belgrano fue uno de los héroes de la defensa encargado de actuar “en las calles inmediatas a Santo Domingo”, estuvo presente en la rendición del general Crawford en el histórico convento. Después de la Reconquista, ingresó en el Regimiento de Patricios con el grado de sargento mayor.
En abril de 1810, renunció a su cargo del Consulado y marchó a la Banda Oriental, donde poseía algunas tierras, hasta que, a principios de mayo, recibió una carta de Buenos Aires por la que reclamaban su presencia: “Véngase que lo necesitamos: es llegado el momento de trabajar para adquirir la libertad y la independencia deseadas”.
Su vocalía en la Primera Junta gubernativa no fue el corolario de esa tarea, sino apenas el comienzo. Fue nombrado para dirigir la expedición al Paraguay y luego se le encomendó hacerse cargo de las operaciones en la Banda Oriental, que se había levantado contra las autoridades realistas de Montevideo.
El 9 de agosto de 1811, regresó al Paraguay en misión diplomática y firmó con la Junta paraguaya un tratado de Confederación y Alianza entre ambos gobiernos.
En 1812, fue enviado a Rosario al mando del Regimiento de Patricios, donde instaló las baterías Libertad e Independencia, el 27 de febrero de 1812, Belgrano comunicó al Primer Triunvirato: “Siendo preciso enarbolar bandera, y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional: espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia” y en ese lugar, a orillas del Paraná la enarboló por vez primera.
Ese mismo día, se lo designó general en jefe del Ejército del Norte, con el que obtuvo los resonantes triunfos de Tucumán (24 de septiembre de 1812) y de Salta (20 de febrero de 1813). Belgrano vencedor avanzó hacia Jujuy y se dirigió rápidamente a Suipacha para seguir desde allí a Potosí.
Tras los reveses de Vilcapugio y Ayohuma, el Ejército del Norte se vio forzado a retirarse, primero a Potosí y luego a Jujuy, en Tucumán, entregó el mando al coronel José de San Martín.
De regreso en Buenos Aires, Belgrano fue enviado en misión diplomática a Europa junto con Bernardino Rivadavia, a fin de allanar el camino de la paz con España y negociar con las potencias europeas el reconocimiento de la independencia.
Desarrolló la tesis de una monarquía constitucional en las sesiones secretas del Congreso de Tucumán, proponiendo a un descendiente de los incas como candidato al trono. Su prédica, así como la de San Martín y Pueyrredón entre otros, influyó para que el Congreso declarase la independencia unos pocos días después, el 9 de julio de 1816.
Ese mismo mes, el Congreso nombró a Belgrano general en jefe del Ejército del Norte, en reemplazo de José Rondeau que había sido derrotado en la batalla de Sipe-Sipe (28 de noviembre de 1815). Durante tres años, a la cabeza de estas tropas, Belgrano llevó a cabo una gran actividad.