Es de vital importancia concientizarse sobre los efectos que produce el consumo de alcohol en el Sistema Nervioso Central.
Cuando el alcohol llega a la sangre, impregna todo el organismo incluido el cerebro y el conductor empieza a sentir los efectos. Por tal motivo, el conductor suele tener una falsa seguridad en sí mismo e incluso en ocasiones un sentimiento subjetivo de creer que tiene una mejor capacidad para manejar, aumentando la tolerancia al riesgo.
A su vez, disminuye el sentido de la responsabilidad y la prudencia, incrementándose las infracciones, de tal manera que se manifiesta una alteración en el tiempo de reacción.
En este sentido, a partir de 0,5-0,8 gramos por mil, la capacidad de reacción disminuye de forma muy considerable por cuanto el alcohol produce una importante lentificación de las respuestas frente a las estimulaciones sensoriales.
Asimismo, puede aparecer descoordinación motora y el cansancio suele aparecer con bastante rapidez, así como los estados de somnolencia y las pequeñas pérdidas de conciencia en los estímulos de la carretera y del vehículo, entre otras disfunciones en la percepción provocando problemas de captación, interpretación y reconocimiento correcto de señales u otros vehículos.