Vacunarse no es solo una decisión personal: es un gesto de responsabilidad que cuida nuestra salud y la de toda la comunidad, especialmente de quienes más lo necesitan.
Las vacunas han sido, a lo largo de la historia, una de las herramientas más importantes de la salud pública. Gracias a ellas, muchas enfermedades que antes causaban complicaciones graves, dolor o muerte como la viruela, la poliomielitis o el sarampión hoy están controlados o casi erradicadas.
Funcionan enseñando al cuerpo a defenderse de virus y bacterias antes de que estos puedan causar daño real. Actúan como un “entrenamiento” para nuestro sistema inmunológico, preparando nuestras defensas para responder de manera rápida y eficaz cuando el verdadero agente infeccioso intenta atacarnos: la vacunación es un pilar fundamental de la salud pública y un acto de cuidado individual y colectivo.
Como explica el médico Jorge Ortale
(Matrícula provincial 12480),
"Una vacuna es un producto médico elaborado a partir de gérmenes, pueden ser bacterias o virus. Aplicados a una persona provocan en el organismo la formación de anticuerpos o defensas que perduran durante muchos años o toda la vida"
Es decir, las vacunas entrenan a nuestro sistema inmunológico para que, cuando el virus o la bacteria real lleguen al organismo, el cuerpo esté preparado para defenderse.
“Cuando llega ese virus, el organismo por efecto de la vacuna, formó esos anticuerpos que lo atacan neutralizándolo, impidiendo que se produzca la enfermedad o haciendo que sea más leve”
Vacunarse no solo protege a quien recibe la dosis. También protege a quienes nos rodean: niños y niñas, personas mayores, personas con enfermedades crónicas o con sistemas inmunológicos debilitados. Por eso, la vacunación es una responsabilidad social.
En la actualidad, aún enfrentamos desafíos: la desinformación y los discursos antivacunas han generado confusión y miedo infundado en algunas personas. Las vacunas no son una opinión ni una elección anecdótica: son una herramienta científica probada, segura y eficaz, que ha salvado millones de vidas en todo el mundo.
Es importante comprender que la mayoría de los efectos secundarios asociados a las vacunas son leves y temporales como fiebre o dolor en el lugar de la inyección y que con total seguridad podés monitorear en cualquiera de los Centros de Atención Primaria de la Salud (CAPS).
En este punto, el mensaje médico es claro y contundente:
"No hay ningún fundamento médico para no vacunarse, ninguno. Las ventajas son enormes y es muy importante que la gente se vacune"
Frente al crecimiento de discursos antivacunas, es necesario ser firmes: la desinformación pone en riesgo la salud de toda la comunidad. Además, destacó que el servicio de vacunación del Hospital Municipal es eficiente:
“Es excelente, las vacunas que se utilizan acá son muy buenas, no hay ninguna excusa para no vacunarse”
No hay lugar para relativizar ni tolerar mensajes que desalientan la vacunación y generan miedo infundado. Cuando baja la cobertura, reaparecen enfermedades que ya estaban controladas, con consecuencias graves y evitables.
Vacunarse es un acto de responsabilidad individual y colectiva. No se trata solo de cuidarnos a nosotros mismos: se trata de cuidar a nuestros hijos, a nuestras personas mayores y a aquellas que por distintas razones no pueden vacunarse. Ese es el verdadero sentido de la inmunización: protegernos entre todos.